Resistir la entrega cipaya: construir una agenda auténticamente peronista

Por José Rey
Ante la crisis actual que atravesamos en el país, como movimiento político identificado con las banderas del justicialismo creemos importante señalar críticas necesarias al peronismo y los pasos a seguir para construir una alternativa que atienda a las necesidades del pueblo y no a un grupo de funcionarios o dirigentes iluminados. En ese marco, es imperativo advertir sobre la situación del país, estar presente en los conflictos y aportar un análisis basado en propuestas concretas que sea de utilidad para capear las tormentas, en especial para quienes más lo sufren: jubilados, trabajadores precarios e informales y compañeras y compañeras que padecen la constante humillación de un Estado que se pone del lado de los más poderosos para agredirlos.
Desde el MPA-Movimiento Peronista Auténtico sostenemos una línea doctrinaria desde nuestros inicios, allá por 2002. Convencidos de los postulados históricos del peronismo hemos puesto el foco en 4 ejes: la participación activa en órganos sindicales, comisiones internas y cuerpos de delegados; la militancia territorial en las 17 provincias donde tenemos presencia (merenderos, comedores, centros comunitarios y culturales, clubes de barrio, emprendimientos productivos y de atención de adicciones, trabajo social y comunitario junto al Equipo de Curas de las Villas y Barrios); la elaboración de propuestas (por ejemplo la propuesta de “Marcha Al Campo” para revertir la migración rural-urbana y promover el repoblamiento del interior productivo aprovechando como arrendamiento tierras fiscales ociosas) y la formación política para la transformación de este país. Salvo participaciones puntuales en áreas específicas, no hemos integrado ninguno de los últimos gobiernos de signo peronista y hemos señalado con firmeza nuestras diferencias con el rumbo decidido por la actual dirigencia, que requiere de una urgente renovación. No somos genios, ni mezquinos, pero entendemos que en todos estos años no se abordaron las medidas que nuestra realidad exige.
Este país requiere de un programa transformador que aborde la modernización de nuestra patria, la reforma profunda de las injusticias e inequidades que aún existen en nuestro entramado legal y la puesta en marcha de políticas inmediatas que ataquen decididamente la desocupación y pobreza estructural, la preocupante concentración urbana y consiguiente despoblamiento del interior productivo; políticas de índole soberana en nuestros ríos, nuestro océano, nuestra tierra, nuestra frontera y nuestra política de defensa nacional, pero también en cuanto a la soberanía informática, autoabastecimiento de energía, una política nuclear argentina sin intervenciones extranjeras, una política minera nacional y con participación pública, además de la derogación de engranajes legales de extranjerización y dependencia; políticas de justicia tributaria (el pueblo paga IVA, Ganancias, ingresos brutos, pero una minoría disfruta de una infinidad de excepciones impositivas para grandes empresas, jueces y regímenes de promoción nunca revisados); una política de transporte para toda la extensión territorial; en suma, una agenda programática nacional y soberana para el ordenamiento de nuestro país y para llevar bienestar y futuro a nuestros compatriotas.
Si algo ha quedado claro es que el orden económico y social que propuso el liberalismo en los años 90 está agotado y aún no ha existido un modelo que lo reemplace. Aunque tenga una estética nueva, la propuesta de Milei implica insistir con una receta que ya fracasó y que tiene más de 40 años envejecida: el fundamentalismo de mercado y el liberalismo mesiánico.
La autocrítica es fundamental. Por culpa del fracaso estrepitoso del peronismo -de una versión de lo que bien podríamos llamar pejotismo- perdió la Nación y perdió el Pueblo. Algunos malandras pretenden ahora borrar su soberbio yerro en una fantasmal irresponsabilidad colectiva. La fortaleza expresada en la paciencia y expectativa popular radica en la ausencia de una propuesta ideológica de poder que la confronte, dada la suprema mezquindad política que han sabido exponer los Mariscales de la Derrota en los últimos años. El camino es oponer un programa y un horizonte de futuro a esta realidad inviable que propone Milei.
Milei conforma un reducido núcleo íntimo que no pensaba llegar a la presidencia de la Nación y que no contaba con un programa económico serio y sustentable, salvo las tonterías y bolazos apolillados que repite como mantra. Encumbrados núcleos familiares y societarios del más alto empresariado de la elite oligárquica se encontraron con un candidato inusual, disruptivo, de popularidad inesperada y dispuesto a la inmolación. Así es que decidieron financiarlo y definir su programa de gobierno, hecho que vemos en la presencia de Sturzenegger, Caputo, el Grupo Techint y Corporación América (del empresario Eurnekian), entre otros. Son ellos quienes aportaron la gran parte de los funcionarios.
En el corto plazo lo único que hay son malas noticias para las mayorías. La violencia económica descargada por el ministro Caputo y sus grupos de tareas sobre extendidas mayorías poblacionales impacta en lo inmediato, mientras Milei con el personero antinacional Sturzenegger buscan consolidar “derechos adquiridos” para los grupos concentrados que lo sostienen en el entramado legal y político, como puede verse en el poder absoluto que busca darse a las obras sociales y prepagas sobre la vida y la salud de sus afiliados o la intención de eliminar el sindicalismo y, con él, todos los derechos de los trabajadores. La mayoría de los agredidos aún no advirtió la magnitud y extensión del daño económico que se les está propinando y que se profundizará en los próximos meses. En este sentido, es importante oponerse al DNU y a la Ley “Bases”, que buscan avanzar en la entrega de nuestro patrimonio nacional, y señalar a quienes desde el supuesto peronismo traicionan los ideales del justicialismo histórico. Y si acaso tal injuria se aprobara en el Congreso, cualquier gobierno que se autodefine peronista en el futuro tendrá como primerísima tarea su inmediata derogación.
La casa no está en orden. Habrá señales.